Hablar de la formoseña Marcela Acuña es hablar de boxeo femenino. Fue la primera campeona mundial mujer que tuvo el deporte de los puños. Luchó mucho para conseguir la reglamentación —que salió en 2001—. Realizó sus primeros combates en Estados Unidos, porque en esa época en la Argentina no le hacían lugar al boxeo femenino. Le tocó ganar y perder. Su triunfo más grande no fue ser monarca internacional, fue conseguir esa bendita reglamentación que ya tiene 19 años de vida y, gracias a su lucha, hoy el país tiene 11 campeonas mundiales. Es una incansable luchadora para que las mujeres tengan su lugar de privilegio. A los 43 años sigue trabajando para que su lucha no sea en vano. (Foto- Marcela Acuña).
“Desde que se logró la reglamentación del boxeo femenino (2001), tenemos 30 campeonas mundiales. Todo un logro».

—¿Cómo fueron tus inicios?

—Fueron bastante difíciles, ya que la reglamentación del boxeo femenino no estaba vigente en esa época en la Argentina. Tuve que salir del país, más precisamente a Estados Unidos, hacer dos peleas, y de ahí que me tuviesen en cuenta y trataran de apresurar la reglamentación para poder combatir en la Argentina. Fue difícil, porque más allá de la carencia de una reglamentación, los principios y los pensamientos de ese entonces estaban destinados para los hombres, eran muy machistas y no se pensaba que una mujer podía boxear. Tratar de convencer a la dirigencia y a la Federación Argentina de Box fue un camino muy complicado. Tampoco fue fácil que los medios periodísticos aceptaran el boxeo femenino, estaban en total desacuerdo. Hasta la misma sociedad en general tenía un preconcepto y, en principio, no lo aceptaba.

—¿Por qué elegiste el boxeo?

—Desde muy chica me gustaron los deportes de contacto. A los 7 años empecé haciendo full contact, a los 12 años fui cinturón negro y a los 14 me consagré campeona sudamericana. Comencé a boxear cuando vi a Christy Martin por televisión y dije ‘eso es lo que yo quiero ser’. Quiero boxear y ser campeona mundial como ella. Fue allá por 1996.
—¿Cómo ves el boxeo actual?

—Está muy bien. Tenemos 11 campeonas mundiales. La Argentina se transformó en ícono a nivel internacional. En otros países no hay tantas monarcas mundiales como en nuestro país, eso hace que me sienta orgullosa, porque cuando empecé mi lucha por la reglamentación nadie pensaba que íbamos a llegar tan lejos. Y hoy en día, con 19 años de vida que tiene la reglamentación, ya pasaron 30 campeonas mundiales, que no es poca cosa. Hasta tenemos el Día de la Boxeadora Argentina, que es el 25 de marzo. Más no se puede pedir.

— ¿Tu mejor pelea?

—Fue la revancha con Yésica Marcos, en diciembre de 2016 en Moreno. Le gané por nocaut técnico en el último round. Los críticos en boxeo me dijeron que fue mi mejor pelea y el mejor nocaut de toda mi carrera profesional. La verdad es que me quedo con ese combate, que siempre va a estar en mi recuerdo.

—¿Tu mayor virtud?

—La perseverancia y hacer que las dificultades sean mi motor interno para poder superarme día a día.

—Si volvieras a nacer, ¿elegirías el boxeo?

—Sí. Estoy convencida de que en otra vida también volvería a elegir el boxeo. Y si tuviera que pasar por todo lo que pasé para que el boxeo femenino tenga el presente que tiene, lo volvería a hacer sin ninguna duda.

—Si no hubieras sido boxeadora, ¿qué serías
—No tengo idea de qué sería. De muy chica siempre soñé con ser campeona mundial. El boxeo es algo que abracé de pequeña. Cuando era chica y charlábamos con mis compañeras de colegio, una decía que quería estudiar abogacía, la otra medicina, otra maestra jardinera, y yo siempre decía que quería ser campeona mundial de full contact, porque era el deporte que hacía de chiquita, y pude lograr ser campeona de boxeo.

—¿Por qué las mujeres no ganan la misma bolsa que los hombres?

—Lamentablemente el boxeo femenino tiene muy pocos años de vida en comparación con el de los hombres. Eso por un lado, y por el otro, porque el mercado internacional para el boxeo femenino no está bien explotado. Necesitaríamos sponsors mucho más fuertes como para poder hacer que esto cambie. Mi lucha va continuar. Yo tal vez no la viva, no la vea, mi retiro está muy próximo, pero hay que continuar la lucha para que esa igualdad sea realidad.

Es la abanderada del boxeo femenino. La que te hacía trasnochar o levantar temprano para verla por la tele. La que se prendía en el cuerpo a cuerpo con cualquier rival. La que golpeó innumerables puertas para lograr la reglamentación del boxeo femenino. Si hoy la Argentina es el país con más campeonas mundiales, es gracias a Marcela Acuña.

“Mis compañeras soñaban con ser médicas, abogadas o maestras jardineras; yo siempre quise ser campeona mundial”.

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