BOXEO

Lo sucedido el viernes pasado pinta de cuerpo entero la actualidad del boxeo argentino, exponiéndolo ante sí mismo, como mirándose a un espejo. Fue a raíz de las dos veladas televisadas del viernes por la noche en el GBA, una organizada por Chino Maidana Promotions (CMP), transmitida por ESPN desde el Autocine Jump de Nordelta -experiencia inédita, a 2000 $ por vehículo con un máximo de 4 personas-, y la otra, una coproducción de promotores de la FAB (Mario Margossián y Sampson Lewkowicz), desde el predio Camioneros de Luis Guillón, por TyC Sports. Insólitamente.

Como propuesta sobresalió por varios cuerpos la organizada por el Chino Maidana, pese a que recién se está armando, lo que habla mal del manejo central de la actividad. CMP programó a Jeremías Ponce, el campeón mundial superligero IBO (entidad no reconocida aquí) que venció por KO 1 al rosarino Rubén “Pata” López, quien desdibujó su triunfo con su actitud de estropear la noche. (Foto- Jeremías Ponce).

Primero aprovechó un golpe simple al estómago para caer, y luego desconcertó al llegar la cuenta a 8, sin decidirse a seguir o no. Cuando el árbitro Antonio Zaragoza decretó el lógico KO al verlo de espaldas, se sorprendió. La típica. Los incautos, desconocedores, o tontos, cayeron en la trampa y “compraron”, culpando a Zaragoza de apurarse. Son los primeros que después se quejan si hay algún accidente.

La otra fue la del “Cuervo” Silva (marido de la Tuti Bopp e invicto), que venció por puntos al veterano Javier “La Bestia” Maciel, pero cayó en el 5º por hook zurdo al plexo. Eso desnudó su capacidad de absorción pensando en lo que viene.

Los protocolos brillaron por su ausencia en toda la velada, desde el distanciamiento social y el barbijo que ni los organizadores usaron (Chino Maidana y Acero Cali incluidos), hasta la edad de las autoridades actuantes, varios con más de 60 años largos. Su propia pantalla los delató. Todo bien, pero se dieron demasiadas vueltas con los protocolos como para no cumplirlos. Basta de hipocresía. O se aplican o no se aplican, pero decir una cosa y hacer otra no, si se quiere ser serios. Tampoco se cumplieron en el pesaje -según comentan las malas lenguas-, que incluso fueron dudosos, o cuanto menos, desprolijos.

Así y todo, la empresa del Chino amenaza arrasar con lo más destacado del país, al punto que muchos referentes han firmado con la promotora -tal el caso de la Pantera Farías-, y muchos otros quieren hacerlo, habida cuenta los contactos internacionales y mentalidad novedosa de la misma, respaldada por una pantalla como ESPN.

Pero lo más crítico sucedió en la de la FAB, en Luis Guillón. Una pelea de las programadas como fondo iba a ser el título argentino gallo entre el campeón, Luis Baldor, y Héctor Gusmán, un rival que no sólo no figuraba en el ránking nacional –como exige el reglamento-, sino que tenía perdidas 6 de sus últimas 7 peleas (4 por KO), que para colmo de males inició su carrera fuera de la órbita de la FAB, con licencia no convencional. ¡Eso iba a suceder en una velada patrocinada por la FAB, televisada a todo el país! No había manera de disimularlo, y era a la vez un compromiso ético para los periodistas, que de cumplir con su función expondrían a la entidad a través de un error infantil y burdo a la vez. ¿Había necesidad de efectuar un título argentino sin cumplir las estrictas reglas vigentes? ¿Se actúa con tanta meticulosidad para algunas cosas, y con tanta flexibilidad para otras? Hace poco, la misma FAB fue puntillosa, y le retiró el título argentino pesado al bonaerense Ariel Chiquito Bracamonte por estar unos días pasado del año de tolerancia que estipula el reglamento respecto a la última defensa (se le vencía el 9 de marzo), algo imposible de respetar en un país en cuarentena. ¡Y luego se avala un título contra un no rankeado a la vista de todo el mundo! Eso costó cabezas. Porque, casualidad o no, a los pocos días de trascender la noticia se produjo un “pedido de licencia por tiempo indeterminado” del presidente de la Comisión de Boxeo Profesional de la FAB, Roberto Rilo, y en su reemplazo –según redes sociales- quedó Manuel Vilariño, árbitro/juez internacional 3 estrellas AIBA, cosa también contradictoria porque hasta no hace mucho, ser de una esfera del pugilismo institucionalmente invalidaba pertenecer a la otra, con severas sanciones .Una de dos: o Rilo se opuso a la pelea Baldor-Gusmán por el título argentino gallo y no quiso avalarla con su firma, o al revés. Sea como fuere, es imposible no relacionar causa y efecto. Al parecer fue la primera opción (Rilo se oponía), y alguien “de arriba” lo apretó para que firmara, porque “había un compromiso con la TV de hacer dos títulos”. Otra estupidez. La velada del Chino Maidana no tenía ningún título y fue 100 veces más interesante. ¿Cuándo cambiarán la cabeza los que están en esto, y entenderán que son más importantes las peleas que los títulos, tan bastardeados que ya no suman, e incluso restan? Y en todo caso, ¿por qué tiene que ser un título argentino, con todos los que hay con menos requisitos? Da la sensación de que es hora de aggiornarse un poco desde todos los ámbitos. Lo curioso es que tras la “renuncia encubierta” de Rilo, llegó una gacetilla “correctiva” (el último día), transformando el título de Baldor-Gusmán en un FEDEBOL gallo AMB vacante, lo cual es otra aberración teniendo en cuenta que el título FEDEBOL es para los púgiles nacidos en los países del área bolivariana (Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá). Pero al menos no se violó el reglamento FAB por TV con el codo, tras haberlo escrito con la mano.

Para bien o para mal se vienen cambios que el boxeo le está pidiendo a la institución a gritos, sin saberse hasta dónde llegarán, y en qué decantarán.

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