FÚTBOL

El sueño de don Diego, la danza de los millones y la puja con River: secretos y verdades a 40 años del debut de Maradona en BocaCon el papá del astro disfrutando desde el palco el doblete de su hijo al estrenar la casaca xeneize empezaba una historia de amor entre el 10 y el club más popular de la Argentina. La fortuna que costó su pase.

La Bombonera mostraba el olvidado marco de tribunas repletas. Tras un 1980 muy flojo en resultados y rendimiento, el primer partido oficial de 1981 devolvía las imágenes de las tardes gloriosas. El domingo 22 de febrero, las 60.000 gargantas que poblaron el estadio no se cansaban de cantar “Lo quería Barcelona, lo quería River Plate, Maradona es de Boca, porque gallina no es”. Parecía un sueño, que fue una hermosa realidad cuando Diego Maradona emergió del túnel vestido de azul y oro para el debut ante Talleres. Pero para llegar allí, hubo que atravesar un laberinto de números, intereses, nombres, cifras, marchas y contramarchas. Un pase que se pareció a una novela, donde Boca logró quedarse con el crack que pretendían muchos, sobre todo Barcelona y River Plate…

Desde su aparición en primera división, el mítico miércoles 20 de octubre de 1976, se hablaba de la inminencia de una transferencia. Antes de cumplir 18 parecía que estaba vendido al fútbol inglés y luego de su fulgurante actuación en el Mundial juvenil del ’79, los clubes más poderosos de Europa posaron sus ojos sobre él. Argentinos Juniors disfrutaba de tener en sus filas al mejor futbolista del universo, pero también con la consciencia que le era cada vez más complejo poder retenerlo.

En los primeros días de mayo de 1980 rubricó un precontrato con el Barcelona por 6 millones de dólares. Aplausos, sonrisas y las clásicas fotos que retrataban el momento, con los directivos de ambas instituciones y Diego, por supuesto. Había un pequeño / gran detalle a solucionar: para la Asociación del Fútbol Argentino, Maradona era intransferible hacia el exterior hasta el 31 de diciembre, como cualquiera de los integrantes de la selección.

Al día siguiente, Argentinos Juniors visitó a River en el Monumental por el torneo de Primera División, donde Diego tuvo una actuación sobresaliente y fue el autor de los goles en la victoria por 2-0. Fue despedido con aplausos por algunos simpatizantes locales, que habían disfrutado de su exhibición y, seguramente, estaban al tanto de un rumor que había comenzado a correr en los medios. River Plate analizaba presentarse como una posible solución para que él continuara jugando en el país.

Estaba claro que era la única institución que estaba en condiciones de poder contar económicamente con el astro. Pasaron los días y como era de esperar, la AFA le negó la venta a Barcelona, amparándose en el reglamento, al tiempo que River se retiró de la operación y todo aquello quedó en la nada… pero apenas por unos meses. En los primeros días de 1981, nuevamente fue a la carga por el número 10, para completar su constelación de estrellas. Incluso el presidente, Rafael Aragón Cabrera reconoció que había pedido condiciones por Diego a su par de Argentinos, Próspero Cónsoli.

En el libro “Yo soy el Diego de la gente”, el protagonista detalló los momentos de aquella historia: “River me hizo una oferta, a Cyterszpiller en realidad, más que interesante. Aragón Cabrera, que era el presidente, le dijo a Jorge que yo iba a ganar como el jugador mejor pago del club, que en ese momento era el Pato Fillol. Cuando me lo comentó, le contesté: “Ojalá que el Pato gane cincuenta mil”. No sé, usé una cifra exagerada, cualquier guita, porque si no era por mucha plata, yo no iba. Era muy interesante la oferta de River, pero ¿qué pasaba? En mi casa el corazón estaba en Boca. Una tarde, caminando con mi viejo por La Paternal, él se animó a contarme un sueño… Era algo raro en él, me sorprendió. No es de hablarme mucho, así que lo escuché. Me dijo: Dieguito, ¿sabés que estuve pensando anoche? Que algún día sería lindo verte jugar con la camiseta de Boca… La Bombonera, vos, nosotros gritando los goles, los parientes de Esquina también… Y Boca tiraba, pero estaba quebrado, no tenía un chelín”.

Por esos días, sabiendo el peso de su palabra, mientras había retornado a los entrenamientos de Argentinos Juniors tras el Mundialito de Montevideo, expresó su deseo de poder ponerse la camiseta de Boca. Sin embargo, River no se dio por vencido y se llegó al momento crucial, como el mismo Diego lo cuenta en su biografía: “Aragón se dio cuenta que yo no estaba convencido, porque me mandó un mensaje a través de Jorge: ‘decile que arregle por la misma plata que Fillol o va a tener problemas’. A mí me sonó a amenaza y la historia me gustó menos todavía. Jorge había averiguado cuánto ganaba Fillol y era un buen paquete, pero yo ya no quería saber nada. Además, si al plantel que tenía River me sumaba yo, se terminaba el fútbol, porque era un equipo monstruoso, nadie nos hubiera podido mojar la oreja. En ese momento tenían a Passarella, Merlo, Alonso, Jota Jota López. Y Boca se venía desangrando, venía de la peor campaña de su historia”.

os nuevos directivos de Boca, recientemente asumidos en las funciones, tras los 20 años de presidencia de Alberto J. Armando, comenzaron la ingeniería para tratar de obtener el pase. En medio de estas negociaciones, River y Argentinos se enfrentaron en Mar del Plata por el torneo de verano, donde los hinchas Millonarios se desquitaron contra Maradona por el frustrado pase, con duros y reprobatorios cantos, en un cotejo disputado bajo un diluvio.

Boca parecía poder reunir el dinero, pero las charlas entre los directivos de ambos clubes se estancaban día a día. La llave la tenía, una vez más, el crack, que comenzó a presionar para vestirse de azul y oro. El martes 17, los diarios indicaban el pase se había complicado por uno de los futbolistas del cuadro xeneize que debía pasar a Argentinos como parte de la operación. Era Carlos Damián Randazzo, que así recuerda ese momento: “Además de la plata, Boca le daba en parte de pago seis jugadores a Argentinos. Uno de ellos era yo, pero me quería quedar para jugar con él. En la primera reunión pedí una fortuna para que me dijeran que no y me respondieron que sí. Diego estaba en Mar del Plata y me fui hasta allá para contarle la situación. Él me dijo: ‘Carly: en una nota en El Gráfico afirmé que quiero estar en Boca y compartir la habitación con vos. Desaparecé 10 días que el pase se hace igual’. Era imposible hacer eso, pero seguía haciendo fuerza para quedarme, hasta que me pusieron toda, pero toda la plata, firmé y se destrabó la historia. Cuando se enteró, se enojó mucho conmigo, decía que le había fallado y no me habló por un año. Y eso que era muy, pero muy amigo. Luego las cosas volvieron a la normalidad”.

Finalmente, en la noche del miércoles 18 de febrero, la historia tuvo final feliz. La operación se hizo a préstamo hasta julio de 1982, con opción de compra definitiva. Las cifras que se manejaron eran enormes para el mercado local y traerían consigo muchos problemas, porque hubo varios mecenas que desaparecieron a último momento y luego, porque la famosa tablita que había puesto en vigencia el Ministro de Economía, José Martínez de Hoz, prontamente se esfumó con el cambio de gobierno militar y provocó una descomunal devaluación, que acrecentó la deuda. Boca debía pagar 6 millones de dólares al contado, más 500.000 de un partido amistoso y el 15% que le correspondía al jugador por la transferencia (900.000 dólares). También hacerse cargo de dos deudas de Argentinos Juniors: una con la AFA (400 mil) y otra con el Banco de San Miguel (1.100.000 también de la moneda estadounidense).

El viernes 20, la Bombonera fue una locura desde las primeras horas, con muchos hinchas y socios en sus alrededores, ante la inminencia de la firma del contrato. Por esas horas, también comenzaron a entrenarse con Argentinos los seis futbolistas que pasaron en parte de pago: Salinas, Santos, Rotondi y Randazzo en forma definitiva, mientras que Bordón y Zanabria lo hicieron a préstamo.

Entre la gran cantidad de personas que se agolpaban en la sede de Brandsen 805 circulaban los técnicos de canal 13, que había adquirido en exclusividad los derechos para transmitir la firma, con la conducción de Juan Alberto Mateyko, que abandonó el estudio y se dirigió a la Bombonera, desde donde hizo el móvil con los detalles minuto a minuto. Esperó a Maradona en la puerta y lo acompañó hasta la sala de reuniones, donde se produciría el acto. Cerca de las 14, en derredor de la mesa se fueron ubicando los periodistas. Desde la prensa del club se encargaron de aclarar: “Vamos a hacer dos simulacros de firmas. Uno en la oficina, que será exclusivo del canal que compró los derechos y el otro aquí, sobre esta mesa, para que ustedes puedan sacar las fotos”

Una vez terminada la ceremonia, Diego se sintió boquense por primera vez, al descender las escaleras rumbo a su auto y cruzarse con los socios que disfrutaban de un día de pileta y salieron raudos a su encuentro para bañarlo de afecto. Luego almorzó en un típico restaurant del barrio y a las 17.30 puso proa hacia la concentración de La Candela, en la localidad de San Justo, donde saludó a sus nuevos compañeros. Minutos antes de las 20 subió al micro junto al resto del plantel rumbo a la Bombonera para disputar un amistoso contra Argentinos Juniors, también como parte del pago de su pase. Disputó el primer tiempo para los Bichitos y el segundo para los Xeneizes. En algo común para la época pero inhabitual en los tiempos actuales, el cotejo se emitió en diferido un día más tarde, el sábado por la noche.

Y entonces llegó el domingo 22 de febrero, donde un sueño imposible se concretó para los hinchas de Boca. Un mes antes, era una fábula. Pero en esas febriles horas de una tarde de domingo irrepetible se transformó en realidad. Las radios vibraban en paralelo con la desbordante expectativa de lo que ocurría en la Bombonera, pero también en su propio ámbito con el debut de Víctor Hugo Morales en Argentina.

El partido no fue tal, porque la superioridad de Boca fue aplastante, como dijo la Pepona Reinaldi, autor del único gol de Talleres en la goleada 4-1: “Lo que viví esa tarde fue una cosa fantástica. Siempre lo digo y no me avergüenzo, nosotros como equipo del interior cometimos el error de salir primero a la cancha. Estábamos paraditos ahí y cuando entró Boca parecía que temblaba todo, una cosa impresionante. Nos sentíamos chiquitos ante semejante marco y ante un equipo en el que parecían todos gigantes. Así nos fue (risas). Hice el único gol de Talleres, que fue bastante lindo ante el Loco Gatti, pero no valía la pena ni festejarlo (risas), porque era imposible dar vuelta esa partido. Fue lo máximo que viví dentro de una cancha, de ver un espectáculo así desde adentro”.

Lo mismo sintieron los que estaban en las plateas y populares, una superioridad absoluta, donde Maradona no fue la figura de la tarde, pese a marcar dos tantos y tener una buena actuación. Todos los elogios los acaparó Brindisi, autor de los otros dos goles y pieza fundamental de aquel equipo. Fue la tarde fundacional de una dupla que quedó pintada de azul y oro para todos los tiempos. Miguel fue el socio con mayúsculas de Diego para que aquella quimera fuera fiesta completa unos meses más tarde con la vuelta olímpica.

Don Diego, el padre del crack, aplaudía feliz en un palco. Su corazón boquense latía emocionado porque su amado hijo le había cumplido un sueño. Atrás quedaron los tormentosos días de las interminables negociaciones. Y por delante vendrían jornadas iguales o más tempestuosas por la imposibilidad de Boca de poder cumplir sus obligaciones. En el medio, el fútbol, la fiesta y una alegría que sigue viviendo, 40 años más tarde, en los corazones Xeneiezes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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