(POR GUSTAVO NIGRELLI) El juez más señalado del bochornoso fallo de la pelea Castaño-Charlo, que vio perder al Boxi 117-111, quiso explicar su tarjeta y se enterró más. No aclares.

Se dice -con sabiduría-, que no hay peor mentira que una falacia. Y la falacia es justamente mechar falsedades a hombros de verdades para camuflarlas.

Fue lo que hizo en una entrevista para el sitio deportivo The Gondol el juezpuertorriqueño Nelson Vázquez, que vio ganador al estadounidense Jermell Charlo contra el Boxi Brian Castaño la semana pasada por 117-111, privándolo no sólo del título unificado superwelter AMB, CMB, FIB y OMB y ser el primer latinoamericano en conseguir tal hazaña, sino al boxeo de una jornada histórica, sembrando deshonestidad, sospecha, indecencia, o falta de idoneidad.

Y aunque parece algo viejo, por el bien del boxeo y en nombre de la transparencia conviene que no pasen inadvertidas sus declaraciones.

Sin darse por aludido, Vázquez comentó en dicha entrevista: “Ser juez de una pelea es muy distinto a verla como fanático. Como fan uno puede conversar con amigos o beber, mientras como juez uno tiene que estar completamente concentrado”.

Señor Vázquez; quienes lo cuestionaron no son fans, sino la prensa internacional, y la gente del boxeo neutral. Sin ir más lejos, el propio Canelo Álvarez. Y nosotros (los periodistas) estamos concentrados a full, porque queremos hacer bien nuestro trabajo, por decencia, orgullo, sin banderas ni patrias, ni intereses creados. Nuestra paga es del nuestro medio al que pertenecemos, y nuestro único compromiso es con el lector. Quizás le cueste entenderlo.

Ni Castaño, ni Charlo, ni los promotores nos dan nada a cambio (y aunque lo hicieran, jamás lo aceptaríamos). Sus mismos colegas en la pelea lo han cuestionado indirectamente con sus respectivas tarjetas, en las que ninguno vio ganar a Charlo, menos por tamaña diferencia.

Y siguió reflexionando, siempre erróneamente: “Si los otros jueces hubiesen votado 117-111 por Castaño, ahí si yo hubiera dicho que había algo extraño, pero no fue así, y cada uno tomó una decisión diferente. Fue una pelea cerrada, pero en el sentido de que hubo muchos asaltos parejos. Y eso siempre es una cuestión de apreciación. Un juez puede verlo de una manera y otro de otra”.

Un caradura total. Primero porque 117-111 para Castaño hubiese sido una tarjeta mucho más lógica que para Charlo, y sería cercana al 116-112 que dio la gran mayoría.

¿Asaltos parejos? ¿De qué pelea habla? Más claros imposibles los asaltos, salvo el 1º -quizás-, que ud se lo dio al que no tiró ni una mano (Charlo). Evidentemente ud no vio la pelea, o padece de algún problema visual. Ni siquiera se necesita saber de boxeo para descubrir el ganador de cada round en esa pelea.

La apreciación existe con ciertos límites. Se puede discernir entre el blanco y el crema, o el tiza, o el amarillo pálido; entre las distintas tonalidades del verde o el celeste, pero no se puede decir sin ponerse colorado (o verde) que el cielo es amarillo y el sol azul, amparados en “la apreciación”.

No conforme, se atrevió a más, y para peor, en el terreno de las concreciones más palpables, donde sus argumentos hacen agua por los cuatro costados: “Es lo de siempre, cantidad contra potencia. Y nunca he tenido una controversia, mucho menos de esas en que los organismos hacen que otros jueces vuelvan a ver una pelea cuando hay una decisión dudosa”.

Según CompuBox –sistema computarizado de puntuación de fallos-, El Boxi conectó más de 20 golpes que Charlo en el total de la pelea (173-151). Es más; asalto por asalto, ganó 8-4 en cantidad de golpes (perdió el 2º, 9º, 10º y 11º). Y si hablamos de potencia, en “golpes de poder” –siempre según CompuBox- Castaño ganó 9 rounds y sólo perdió 2 (2º y 10º). Ni en uno de sus principales fundamentos las estadísticas avalan a Vázquez. Todo lo contrario.

Claro que nadie tomará cartas en este asunto, mostrando complicidad, poca seriedad, ni el menor interés siquiera de insinuar un amago, al menos para aparentar transparencia o preocupación en ella.

Nadie habla -ni desliza- algún tipo de soborno, dinero, o sobres bajo cuerda. Ni falta que hace. Se conoce que en el boxeo las cosas se manejan mucho más sutilmente, con mafiosos métodos de antaño. Hotel 5 estrellas la semana del evento, morfi y chupi a discreción, lujo, relax, piscina, pileta, quizás algún extra relacionado, y el privilegio epidérmico de participar de una velada trascendental alcanza y sobra para saber cómo devolver esos beneficios y seguir siendo recompensado en para próxima. Y si no, llamarán a otro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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