(Por Gustavo Nigrelli) ESPN puso a 4 mujeres a transmitir veladas de boxeo por primera vez en la historia. Lidiaron con un «robo» en la pelea de Gabriel Maestre que las dejó pagando.

En el boxeo los golpes que duelen son los que se dan por atrás, debajo del ring, a lo que los periodistas deportivos estamos acostumbrados y sabemos cómo atajarlos.

Pero ESPN puso como novedad el pasado fin de semana a cuatro mujeres como comentaristas de las veladas del viernes y sábado, tres boxeadoras (o ex, en algún caso), como las uruguayas Chris Namus y Cecilia Comunales, la mexicana Mariale Espinoza, y la conductora azteca Ivette Hernández, que hizo las veces de relatora.

Las chicas se desempeñaron bien, con conocimiento, aceptables recursos lingüísticos, y por sobre todo -como buenas boxeadoras- con comprensión de lo que pasaba en el ring, especialmente en el caso de nuestra conocida Chris Namus, que tuvo a cargo la confección de las tarjetas, más allá del corregible error de mencionar primero al perdedor de un round y luego al ganador.

En la pelea del venezolano Gabriel “El Capitán” Maestre el sábado en Minnesota, que era la que nos interesaba a los argentinos (y a todo el mundo) por diversas razones, contra el yanqui Mykal Fox que vino de apuro en reemplazo del canadiense Cody Crowley (COVID-19), inesperadamente el yanqui de 1,92 m de altura y 2,06 de alcance comenzó a dominarlo de contra, e incluso lo derribó en el 2º.

Maestre, venezolano como casi toda la familia de la AMB (incluyendo a su presidente, Gilbertico Mendoza) y casi un ahijado de la entidad, que resignó ir a los JJOO de Tokio –ya tenía dos Juegos anteriores encima- por esta chance mundialista interina de los welters, a los 34 años, fue todo el tiempo al ataque pero chocaba ante las contras rectas de Fox, que se movía sin darle blancos fijos y se llevaba los asaltos con mayor técnica, estrategia y picardía.

Era inevitable otorgarle los rounds al yanqui, no porque los buscara, sino porque era quien pegaba más, aunque lejos estaba de ser una paliza. Pero sumaba uno tras otro con claridad, y las chicas no se dejaron llevar por el renombre del venezolano, que de amateur perdió 3 veces ante nuestro Alberto Palmetta, venció a Brian Castaño, y como profesional doblegó por KOT 4 a Diego “La Joya” Chaves.

Así llegaron al final con un amplio 117-110, y lo dieron por hecho, como si fuese el de ellas el fallo “oficial”, sin tener en cuenta el contexto, la política del boxeo del que más de una vez se vieron beneficiadas ellas mismas (sin ir más lejos la propia Namus contra la española Loly Muñoz, y la Comunales con alguna que otra con mucho olor a “tongo”), y comenzaron a hablar de la “derrota” de Maestre, de que quizás tenga otra chance, etc, etc.

Pero faltaba lo mejor, nada menos que “la realidad”, que no siempre es “la verdad”, es decir, el fallo de los jueces en serio. Ninguna abrió el paraguas.

Inexpertas e inocentes en las mafias del boxeo, de las que si alguna vez se valieron no se dieron cuenta por estar del otro lado del mostrador, no sabían que los Reyes Magos eran los padres.

Las 3 tarjetas le dieron el triunfo unánime a Maestre: David Singh 114-113, John Mariano 115-112, y Gloria Martínez Rizzo (la única mujer) ¡117-110! O sea, la misma tarjeta que Namus, pero al revés. ¡Fuerte ese aplauso!

Y claro. ¿Maestre, “ahijado” de Gilbertico, que renunció a los Juegos de Tokio por esta chance desobedeciendo al propio Nicolás Maduro, con 34 años iba a perder esta pelea contra un sustituto yanqui que estaba 12º en la entidad y vino de apuro? ¿En serio?

Causó amarga gracia escuchar sus reacciones; identificarnos al rememorar las primeras experiencias al respecto que nos curtieron el alma -que aún se rebela-, pero que crearon el anticuerpo de la advertencia. Y percibir en vivo cómo te arrancan de un cachetazo el idealismo de adentro del ring, para mostrarte la realidad de la jungla de cemento, esa que pega con guantes blancos.

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