BOXEO ARGENTINO

No fue por la pelea del policía (Gómez) que noqueó en el 1º al preso (Jara), sino por la de Bataglia y Verón, donde las autoridades, en la misma velada de Morón los dejaron pelear sin equivalencias de peso. Se jugó con fuego. ¿Inconciencia o ignorancia?

Por GUSTAVO NIGRELLI (especial para A LA VERA DEL RING).

Todos se detuvieron en la pelea del policía de la bonaerense (Julio Gómez) contra el convicto Martín Jara (preso por robos reiterados) del sábado pasado en Morón, que pese a ir a 4 rounds y tener apenas 4 y 3 peleas cada uno, fue el combate central –no de fondo-de una cartelera organizada por Chino Maidana Promotions, televisada en directo por Knockout 9. Y es comprensible.

Dicho sea de paso, para tranquilidad de la población, ganó el policía por KOT 1, lo cual garantiza que ante un hipotético mano a mano que se presentase, el ladrón no escaparía.

Sin embargo la velada demostró descuidos ya acostumbrados y falta de control general por parte de las autoridades que deben hacer cumplir las reglas, que en este caso correspondía a quien actuó de fiscal -Juan Carlos Palmieri-, pero bien pudo haber sido advertido por cualquier otra autoridad del evento.

La semi acefalía en que se encuentra la FAB actualmente potencia estas improcedencias, ya que el combate de fondo entre Fernando Battaglia y Nicolás Verón (GP 6 unánime) estuvo fuera de equivalencia de peso y nadie lo detectó, o sí, pero lo dejaron pasar inexplicablemente, atribuyéndolo a la “buena voluntad” de Verón, quien pese a una desventaja antirreglamentaria de kilaje (74,300 contra 69,600, es decir, 4,700 kg menos), “decidió pelear igual”.

Craso error. Tales decisiones jamás se delegan en los boxeadores, porque para eso hay un reglamento (RAB). Con ese criterio bien podría un mosca pelear contra un pesado si el mosca lo acepta, lo cual es un absurdo más allá de quién gane o pierda, de quién sea el favorito, o el de mayor nivel.

Sólo puede un púgil aceptar la pelea en caso de que haya un título en juego y el rival esté pasado, siempre y cuando entre ellos exista equivalencia en peso, que está pautado por el RAB, ya que reglamentariamente, todo tiene un límite.

Y en el caso del RAB –debiera ser en todos los reglamentos del mundo-, entre los dos boxeadores no puede haber más diferencia que la que existe entre los límites mínimo y máximo de la categoría del más liviano, que era la de Verón (superwelter), que va desde 66,700 (límite inferior) hasta 69,850 (límite superior), es decir un rango de 3,150 kg. Y ya dijimos que entre los púgiles había 4,700, es decir, más de 1 kilo y medio.

En boxrec.com (página de referencia estadística del boxeo mundial) los quisieron dibujar inescrupulosamente, y a Bataglia le adjudicaron 71 kg. Pero lo que vale es lo que dijo el anunciador, y está el video. Qué mal. Qué vergüenza.

Si la mala suerte hubiese querido que ocurriera un accidente –Dios no lo permita-, el más tonto posible, por ejemplo, que Verón tropezara y golpeara su cabeza contra el piso con consecuencias fatales, tal irregularidad reglamentaria haría que vaya preso hasta el portero de la FAB. Y chau boxeo, chau ciclo, chau Chino Maidana Promotions. Conciencia, señores. No se puede seguir jugando con fuego.

Para agregar otra perla, de calibre mucho menor, cabe aclarar de una buena vez que cuando el protector bucal cae al piso por efecto de un golpe, no amerita descuento de puntos jamás, aunque caiga 100 veces en el mismo round. Tal sanción no puede depender del humor del árbitro en ese momento. Le sucedió esta vez a la árbitra Analía Maradona, pero es un yerro recurrente en casi todos, y sería bueno que no se siga malinterpretando la regla, que a veces incluso no se aplica cuando debiera, es decir, cuando el púgil lo arroja intencionalmente para hacer tiempo por estar sentido.

Maradona le descontó un punto a Verón, que dominaba la lucha y no tenía la menor intención de hacer tiempo. Pero su bucal no era a medida, estaba flojo y cayó varias veces. En la segunda o tercera los árbitros pierden la paciencia y descuentan, retan, piden apretarlo más, cerrar la boca, etc. Mas no es posible controlar a veces las reacciones orgánicas producto del esfuerzo, cansancio, o movimientos. Tampoco el reglamento puede legislar contra la fatiga física, salvo que el exceso atentara contra la combatividad, en cuyo caso podría descalificarse, o incluso dar KOT. No era el caso de caso de Verón, claramente.

 

 

 

 

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